La idea de concebir una sola forma de vivir la masculinidad esta equivocada, hazte la siguiente pregunta ¿Quién consideras que es la máxima expresión de lo que significa ser un hombre y por qué?, pronto te darás cuenta de lo difícil que es y entenderás que existe más de una forma de vivir la masculinidad.
En la realidad, existen muchas formas de vivir la masculinidad, algunas de ellas poseen antivalores que pueden resultar dañinos para nosotros mismos y/o para los demás. Pensar en una sola masculinidad nos limita a vivir de una mejor manera.
Podríamos definir el machismo como aquella masculinidad hegemónica y toxica que se nos ha inculcado desde pequeños, algunas de sus características coinciden con la mente patriarcal y el androcentrismo.
La imposición de una masculinidad hegemónica tóxica nos afecta a todes, algunos de los grupos más vulnerables son las mujeres pues a ellas les afecta principalmente con la violencia, pero para afirmar ello, basta con ver las estadísticas que ONU mujeres, INEGI y otras fuentes nos otorgan.
Además de la violencia física y sexual, también se les discrimina laboralmente pues se les considera que no pueden trabajar igual que un hombre o que su trabajo no es igual de valido (androcentrismo).
Ante estos datos, vale la pena preguntarnos quien ejerce esa violencia, pues eso nos permitiría saber que grupo poblacional es el que necesita cambios y nos ayuda a reducir el sesgo.